Joaquin Sabina

Letra de Pero Que Hermosas Eran

Letras de Joaquin Sabina

"Pero Que Hermosas Eran"

Mi primera mujer era una arpia,
 pero, muchacho,
 el punto del gazpacho.
 joder si lo tenía,
 se llamaba... digamos que Sofía.
 Un mal día
 me puso las maletas
 a los pies de la estatua, de un poeta,
 que esta, inmortalizado,
 en su glorieta.
 Después de, no se asombren,
 registrar, a su nombre,
 mi chalet adosado,
 mi visa, mi pasado,
 su prisa y su futuro,
 dejándome tirado
 y sin un duro.
 La gota que colmó,
 damas y caballeros,
 el vaso de su amor,
 fue de colesterol.
 Harto, tras dos infartos,
 de acercarme al tercero...
 al sístole y al diástole
 de mi corazón
 le puse un marcapasos,
 que andaba con retraso,
 haciendo interferencias
 en la frecuencia 
 del televisor.
 Desde que la perdí
 hasta hoy, pobre de mí,
 cada vez más borracho,
 ruedo de mostrador
 en mostrador:
 jefe: ¿tienen gazpacho?
 Pero... qué hermosa era
 cuando iba de mi brazo por la acera,
 ¿ustedes me han mirado?,
 pedirle a ese bombón que me quisiera
 ¿no les parece que era
 pedirle demasiado?
 Mi segunda mujer
 era una bruja
 y yo, tan mamarracho, que besaba
 el suelo que pisaba.
 Se llamaba... digamos que Maruja.
 Aquel día
 volví pronto del tajo,
 y, en mi cama,
 debajo
 de un idiota,
 una dama,
 en pelotas,
 se lo hacía.
 Y yo que nunca había 
 estado en una orgía,
 quitándome las botas,
 me dije: "ésta es la mía",
 y tanto que lo era,
 la del tacón de aguja
 era Maruja.
 "Entre ese idiota y yo,
 cual Júpiter tronante,
 tú eliges" dije yo,
 ¿que qué me contestó?
 sin dudarlo un instante,
 "me voy con el idiota".
 Y ustedes, que creían,
 que el idiota era yo,
 pues no,
 la muy pendón
 se iba y se venía,
 poniéndose las botas,
 con el menos idiota
 de los dos.
 Y ¿saben qué les digo?
 aquel idiota y yo
 nos hicimos amigos,
 el día que Maruja nos dejó...
 por otro idiota.
 Pero... qué hermosas eran
 mi segunda mujer y la primera.
 ¿Ustedes me han mirado?
 pedirles, además, que me quisieran,
 ¿no les parece que era
 pedirles demasiado?
 Mi tercera mujer era, señores
 de todos los amores
 que he perdido
 el que más me ha dolido.
 ¿adivinan? Se llamaba Dolores.
 Pero, el día
 de mi cumple, mi amorcito
 me dijo: "Aunque eres malo,
 Joaquinito,
 te traigo, de regalo,
 un regalito"
 Con su santa inconsciencia
 se declaró en estado,
 y yo, que había jurado
 morir sin descendencia,
 como murió mi padre,
 a la futura madre,
 consternado:
 "¡Hay dolores que matan!"
 le grité dolorido
 "¿Y no se te ha ocurrido
 pensar que tu marido
 hubiera preferido
 otra corbata?"
 Fue niña, niña pija,
 ¡ni siquiera varón!.
 Por fin, con veinte años,
 se la llevó un extraño,
 y no perdí una hija,
 gané un cuarto de baño.
 ¡Con perdón!
 Sofía me aliñaba,
 Maruja me adornó,
 ya solo me faltaba
 tomar clases de parto sin dolor
 y con Dolores.
 Pero... qué hermosas eran las tres,
 y, sobre todo, la tercera
 ¿Ustedes me han mirado?
 pedirles, además, que me quisieran
 ¿No les parece que era
 pedirles demasiado?